lunes, 16 de septiembre de 2013

QUIZÁS ALGÚN DÍA

Hoy publico un relato muy especial.....dedicado a alguien muy especial....

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El verano estaba terminando y un día como si las fuerzas de la madre tierra nos cruzaran, nos conocimos tu y yo, fue extraño en apenas unos segundos nos sentimos amigos, y en apenas unas horas habíamos desnudado nuestras almas.

Pasamos varios días en una montaña rusa incesante, igual reíamos, que llorábamos, que incluso de forma fortuita nos excitábamos. Largas horas enredados en interminables conversaciones, en reconfortantes abrazos, en caricias entre lágrimas esculpidas por las palabras, en silencios, en temores, en desconciertos...rodeados de una química especial que hacía a nuestros cuerpos reaccionar ante las reacciones del otro.

Ambos estábamos ansiosos o temerosos de encontrarnos, todo era demasiado complicado, las circunstancias, la falta de tiempo, yo sabía que quería verte, pero tu no lo tenías tan claro, unas veces lo deseabas, otras lo rehuías. Yo decidí dejarlo en tus manos, olvidarme de eso y disfrutar de lo que había y que tan feliz me hacía.

Era viernes por la mañana, me llegó un mensaje, eras tu, "Cambio de planes, tengo 2 días libres. Sigues queriendo conocer al bobo del fondo de la foto???"   "Of course" respondí "coge un bikini, ah no que eres nudista, jajajaja" contestó...."que gracioso, cogeré uno ;-), organizo aquí y te llamo"

Organicé lo que me quedaba de trabajo y en menos de dos horas ya estaba montada en el coche con mochila incluida". Las pocas horas que nos separaban se me hicieron eternas, estaba nerviosa, había sido todo muy intenso y no sabía que iba a salir de ahí. Lo que si tenía claro es que me moría por abrazarte.


Dejé el coche en la puerta, tenía un nudo en el estómago, te escribí desde el coche, "estoy en la puerta, es tu última oportunidad para salir corriendo ajajja, estás seguro de que quieres que toque??" Estaba mirando el tlf cuando saliste por la puerta, me bajé del coche, te acercaste a mi, y nos fundimos en un abrazo eterno, en un abrazo de los que no se olvidan jamás, un abrazo que resumía todas esas horas de conversaciones. Pasamos a casa cogíó una mochila y dijiste que nos íbamos... ¿como que nos íbamos? a donde? no me gustaban las sorpresas me gustaba darlas pero no recibirlas. En unos minutos llegamos al puerto, no podía ser verdad, sabías que me daba miedo el mar, sabía que la idea de no ver tierra por ningún lado me daba pánico. Reías porque yo me resistía como una niña a subir...tirabas de mi mano para que entrara...ambos reíamos. Yo sabía lo importante que era ese barquito para ti, el esfuerzo que te había costado poder cumplir tu sueño. Nos acomodamos y zarpamos, era poco después de medio día, abrimos una cerveza, yo insistía en que me daba miedo estar perdida en el océano, pero me pedías que confiara en ti. Me quité la ropa y me puse el bikini, al salir con él puesto te empezaste a carcajear, "eres una nudista de palo por lo que veo" " y tu un idiota, no sabía que hacer, se que hay confianza pero..." te acercaste y me abrazaste, tus manos se posaron en mi cuello mientras sus pulgares acariciaban mis mejillas y tus labios por fin se unieron a los míos, un beso tierno, cálido, un beso tranquilizador, "claro que estamos en confianza, ponte cómoda", te desnudaste y desapareciste de la cubierta, yo hice lo propio y me tumbé a tomar el sol.

Disfrutaba sintiendo los rayos del sol en mi cuerpo desnudo, ya no eran tan intensos, eran soportables, y una pequeña brisa lo hacía muy agradable, te acercaste con un par de latas y un peta, venías desnudo, por primera vez podía observarte, eras un hombre muy atractivo, alto fuerte, con un buen cuerpo, algo de barriguita y llevabas estupendamente tus añitos, tus manos eran grandes, y una semierección que dejaba intuir que las habladurías del entorno acerca de tu dotación no era un bulo. Te miré descaradamente, ya te había advertido que no podría evitarlo cuando nos viesemos y te tapaste con las cervezas de forma divertida, nos sentamos a compartir esa marihuana juntos,  las conversaciones se sucedían, entre caricias y besos, no pasábamos de ahí, nos sentíamos cómodos, felices, no teníamos prisa, el sexo no era el objetivo, era un regalo. El tiempo se pasó volando y enseguida vimos tierra, era formentera, reconozco que me tranquilicé cuando lo ví. Nos acercamos un poco a una cala, El sol estaba bajo aunque aún se sentía su calor, paramos y al ver ese agua transparente te propuse bañarnos. No quisiste hacerlo pero yo si lo hice, fue un placer disfrutar desnuda de esas aguas traslucidas. Pasé un rato nadando y disfrutando, te asomaste, me observabas, te incitaba para que vinieras pero no había forma, que soso..... Me ayudaste a subir, te abracé para mojarte y sentí su erección en mi ombligo al hacerlo, no podíamos dejar de sonreír, las manos acariciaban nuestras espaldas mientras nuestras bocas se envolvían en un baile maravilloso. Agarraste mi mano y me llevaste a popa, habías preparado unos platos, un poco de queso, un poco de jamón, un par de copas y una botella de vino frio. No podía creerlo yo no estaba acostumbrada a eso, tenía la sensación de que no era real, de que no me estaba pasando a mi, pero fuere como fuere lo iba a vivir, disfrutamos de la cena, del vino y de una maravillosa conversación mientras el sol se despedía de nosotros.

En unos momentos era de noche, nos tumbamos y decidimos que era hora de dejar de hablar, se hizo el silencio, nuestros ojos se miraron fijamente, las manos se entrelazaron mientras nuestros labios se buscaban y nos dejamos embeber por la magia que nos envolvió, nuestros corazones se fusionaron para latir al mismo tiempo, desde el instante en que nos conocimos se había producido una gran conexión, y estábamos a punto de que la conexión fuera completa, mi piel se erizaba al roce de tus manos que se deslizaban lentamente por mi cuello, solo la yemas de los dedos, como si temieses que me fuese a romper, tu boca no se separaba de mi, tan solo para coger aliento y resbalar por mi cuello tras tus dedos, me faltaba el aliento, sentía un leve mareo, tu boca resbalaba por mi ombligo, yo me limitaba a acariciar tu pelo y a volar.... tus manos entreabrieron mis piernas, tu lengua se deslizó por el interior de mi muslo, yo estaba muy excitada, posaste tu aliento sobre mi sexo y sentir su calor me hizo estremecer, tu lengua se abrió paso lentamente recorriéndolo de abajo arriba cuidadosamente, para terminar posándose sobre un pequeño botón que se erizaba esperando su encuentro...

Tu lengua lo envolvió, jugueteó con él, degustó el caramelo que junto a mi alma se deshacía en tu boca, tus dedos me penetraron firme pero pausadamente, mientras mis manos se aferraban a tu cabello, una vez dentro comenzaron a incrementar el ritmo y tu boca se volvió loca, y yo con ella, tu lengua cálida, tensa azotaba mi clítoris mientras tus dedos me hacían gemir, esos gemidos te daban cuenta de que estaba a punto de estallar, tu lengua cesó un segundo me miraste y me dijiste "pequeña dáselo a tu cabrón" y como si esas palabras destaparan la caja de pandora, los movimientos se volvieron las bruscos y los gemidos se convirtieron en gritos, y entre ellos, exploté en un orgasmo del que bebiste gota a gota.

Mientras me recuperaba colocaste tu cuerpo entre mis piernas, compartiste mi sabor con un dulce beso, y en un lento vaivén comenzaste a frotar tu sexo erecto sobre el mío, me besabas y te comportabas como si me estuvieses penetrando, solo que tu sexo rozaba el mío que se encontraba tierno y cariñoso del orgasmo anterior, y se empapaba con la huella de lo que acaba de ocurrir, tu roce me volvía loca, "deja de hacerme sufrir, hazme tuya más de lo que soy" te dije tras morderte el labio, de un movimiento me penetraste duro....un gemido salió de mi boca que tus labios recogieron.

Estabas excitado, tu cuerpo salía de mi para volver a entrar de forma intensa, me gustaba sentirte, mis uñas apretaban tu espalda, tras varias penetraciones mis piernas te rodearon, quería que me follaras de verdad, te apreté contra mi y comenzaste a penetrarme cada vez más duro, era sexo pero nuestras miradas no se separaban, se hablaban un dulce lenguaje que lo convertía todo en mucho más. Te empujé y te dejaste hacer, puse tu espalda contra el suelo y me senté sobre ti, mi espalda erguida te mostraba mis senos frente a la luna, mientras mis caderas hacían círculos contrayendo y descontrayendo, para que pudieras sentirme, me observabas, con los ojos muy abiertos, esos ojos verdes que parecían registrar cada instante, llevé tus manos a mis pechos y comencé a botar lentamente sobre tus caderas, mi cara de traviesa no se apartaba de ti, mis manos se apoyaban es tu torso, y sin apenas apreciar el acelerador el ritmo se fue incrementando, tus manos apretaron mis caderas para poder dirigir el ritmo que más te hacía disfrutar y yo me dejé hacer, mi cuerpo estaba a merced de tu ritmo y el tuyo a la merced de lo que mi cuerpo le hacía sentir, éramos uno, y a cada instante más entregados al instinto de la noche, los gemidos de ambos se entrelazaban con el sonido del viento, nuestros cuerpos vibraban al unísono y al unísono también sintieron una oleada de placer que recorrió ambos cuerpos, dejándome tendida sobre ti....recuperando el aliento, entre sudores, entre leves murmullos..

Nos acomodamos el uno al lado del otro y mirándonos a los ojos solo se escucharon unas palabras que retumbaron en el océano, "Te quiero", ambos sabíamos lo importantes que eran esas palabras.

            Entre mis brazos te dormiste yo no quería hacerlo no quería perderme ni un solo segundo de lo que estaba viviendo, la luna nos bendecía, el mar nos mecía y la brisa nos cantaba, todo estaba bien, todo estaba en calma, conté cada estrella del firmamento y cuando el sol comenzaba a despertar, abriste los ojos estiraste tus brazos para apretarme contra ti y me susurraste al oído, "pequeña no tengas miedo, duerme, no me voy a ir, cuando despiertes voy a seguir aquí".

   

            Y su voz se llevó mis fantasmas, y el silencio del amanecer todos mis miedos.